E-Book, Spanisch, 184 Seiten
Ter Kuile El poder del ritual
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-1172-043-4
Verlag: Ediciones Obelisco
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Convierte actividades cotidianas en prácticas llenas de sentimiento
E-Book, Spanisch, 184 Seiten
Reihe: Espiritualidad y vida interior
ISBN: 978-84-1172-043-4
Verlag: Ediciones Obelisco
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Casper Ter Kuile es el copresentador del galardonado podcast Harry Potter and the sacred text, es también miembro del Departamento de Innovación en el Clero en la Facultad de Teología de la Universidad de Harvard y cofundador de la startup Sacred Design Lab. Su trabajo ha aparecido en los periódicos The New York Times, The Atlantic, The Washington Post y en la PBS (cadena pública de televisión de Estados Unidos), en la revista VICE y en otros medios de comunicación.
Weitere Infos & Material
Capítulo 1
CONECTAR CON EL YO
La primera capa de conexión es la experiencia de estar auténticamente conectados con nosotros mismos.
Rodeados como estamos de cientos de anuncios cada día y de las presiones de las redes sociales, avanzamos por el mundo avergonzándonos de nuestro cuerpo y con nuestra atención exhausta. Apenas podemos ir al baño o detenernos frente un semáforo sin mirar nuestros teléfonos móviles. Yo incluso batallo con darme una ducha sin tener un podcast reproduciéndose de fondo.
La escritora Annie Dillard nos muestra que la forma en la que pasamos nuestros días es la forma en la que pasamos nuestra vida; y esta forma de vida es insostenible. Está haciendo que no nos sintamos bien. Por lo menos uno de cada seis estadounidenses toma antidepresivos, fármacos contra la ansiedad o antipsicóticos, tal y como reporta un estudio publicado en la revista JAMA Internal Medicine en 2016. Seguramente esto nos cuenta por lo menos tanto sobre nuestra cultura de actividad y presión incesantes como sobre cualquiera de nuestras necesidades médicas individuales.
Por lo tanto, ¿cuándo recuperamos nuestro tiempo y bienestar? ¿Cómo podemos darnos el espacio para reflexionar (de forma profunda y honesta) sobre cómo nos está yendo? En este capítulo compartiré con vosotros dos prácticas transformadoras para conectar con nosotros mismos: la lectura sagrada y el tiempo dedicado al sabbat. Ambas prácticas son regalos de nuestros antepasados que nos permiten introducir rituales intencionados en nuestra vida actual. Al igual que el CrossFit y otras prácticas profanas que llenan huecos de nuestro apetito de significado y comunidad mientras nos alejamos de la religión, la lectura sagrada y el tiempo dedicado al sabbat son cosas que probablemente ya lleves a cabo que te proporcionan alegría, una razón de ser, un espacio de meditación y un sentimiento de conexión con tu auténtico yo. Lo que es crítico es que consideremos estos rituales cotidianos como parte de un importante cambio hacia una nueva definición de la espiritualidad.
Por supuesto, vale la pena tener en cuenta la idea de un yo único y auténtico. Ciertamente, la filosofía budista nos dirá que no existe un yo en absoluto. La psicología, por otro lado, dice que hay muchos yos con los que identificarse. Lo que quiero decir con conectar con nuestro auténtico yo tiene menos que ver con eliminar las partes de nosotros que no nos gustan o con centrarnos sólo en las partes que parecen más espirituales y más que ver con integrar la plenitud de quiénes somos. El activista cuáquero y profesor Parker Palmer lo llama volver a unirse con nuestra alma y nuestro papel, porque al separar a los dos, aparece buena parte de nuestra conciencia perdida y el subsiguiente sufrimiento.
Aprendí esto por las malas. Cuando tenía veintidós años, tres meses después de graduarme en la universidad y al empezar en mi primer trabajo en Londres, me caí de un muelle y me fracturé las piernas y una muñeca, además de sufrir una fractura doble en la columna vertebral. Pasé semanas en el hospital y tres meses en una silla de ruedas, completamente despojado de mi ocupada vida como activista y mi imagen pública como joven profesional (me gustaba imaginarme como el personaje interpretado por Anne Hathaway, la segunda asistente ejecutiva que aparece más o menos cuando se llevan dos terceras partes de la película El diablo viste de Prada, mientras lo borda con las tareas y tiene un aspecto fabuloso mientras lo hace). Después de mi caída, en lugar de hacer malabares con las citas, las llamadas y los emails, el principal evento de mis días se convirtió en el viaje a la ducha, con mi padre y mi hermana subiéndome en brazos por las escaleras. Más adelante, cuando ya tuve algo más de movilidad en mi silla de ruedas, me vi constantemente forzado a reconocer que el entorno construido estaba hecho para gente que podía caminar. Cualquier pequeño escalón o bache en la acera suponía un gran reto para mis inexpertas habilidades en cuanto a mi movilidad en la silla de ruedas. Aunque solía encargarme de las situaciones sociales, ahora dependía de los cuidados por parte de otros.
Estas crisis de roles suelen aparecer al final de una carrera profesional exitosa cuando la jubilación nos despoja del poder de nuestro cargo y nuestra influencia, o cuando nuestros hijos se van de casa y ya no ocupamos el papel fácilmente reconocible de padres, o cuando nuestra salud y nuestras capacidades físicas cambian. ¿Quiénes somos sin el papel que nos ha dado sentido?
Si somos afortunados, estas transiciones pueden ayudarnos a reconectar con nuestra interioridad, con la conciencia que vive tras el ego. La escritora Marilynne Robinson lo expone de la siguiente forma: «El alma clásica es más nosotros de los que nosotros mismos somos, una compañera cariñosa y muy querida, excepcionalmente leal con nosotros, confiada a nosotros y a la que nosotros nos confiamos. Sentimos sus deseos, sus reflexiones, como una experiencia más verdadera y primaria de nosotros mismos que la que nuestra conciencia ordinaria puede ofrecernos». Me encanta esa noción de lealtad total porque capta la bondad inherente de nuestro auténtico yo, la compasión y la amistad que viven dentro de nosotros, en nuestro yo más profundo; pero cuando vivimos desconectados de este conocimiento inherente, quedamos atrapados en ciclos de desempeño y logros, intentando satisfacer las expectativas de los demás o nuestra percepción de lo que se espera de nosotros.
La sabiduría de la tradición nos enseña que hay formas de salir de este embrollo, que podemos practicar la conciencia de nosotros mismos y hacernos amigos de nuestra alma amable e intensamente.
Durante mis meses de recuperación después de la caída, mi madre invitó a una amiga suya a pasarse por casa los miércoles por la mañana y pintar conmigo. Al contrario que mis hermanas, yo no tengo ningún talento artístico, por lo que estaba vacilante, ya que nada me frustra más que fracasar en público. Se supone que soy bueno en algunas cosas, me dice mi cerebro, ¿así que por qué iba a humillarme a mí mismo intentando pintar? Durante los largos y tranquilos días de reposo en cama, había visto muchísimos episodios de Strictly Come Dancing, el concurso televisivo de baile británico equivalente al So You Think You Can Dance estadounidense, por lo que mi profesora de dibujo me invitó a pintar los pasos que los bailarines practicaban cada semana. Intenté captar el vals, el pasodoble y la rumba, dejando que las pinceladas pusieran de manifiesto las frustraciones de una recuperación lenta, junto con la esperanza de poder caminar y bailar de nuevo. Sin ser realmente consciente de ello, esta práctica fue un refugio. Al igual que los espacios sagrados en los que los heridos y los enfermos buscaban consuelo antaño, mi mesa de la cocina se convirtió en un lugar de sanación cuando tomaba un pincel, un lugar en el que podía procesar y desenmarañar el pesado cóctel de emociones con el que mi accidente me había dejado. A veces necesitamos el aislamiento temporal de una desconexión forzada para hacer que seamos conscientes de partes de nosotros mismos que han estado pasando desapercibidas. El gran maestro Zen japonés KÕdÕ Sawaki describió su práctica de meditación como «el yo sanando al yo». La idea es que necesitamos tiempo y atención para integrar nuestras experiencias, ideas e identidades para ser quienes somos.
Esta experiencia de ver cómo una práctica supuestamente secular como pintar podría convertirse en una forma poderosa y, quizás, incluso espiritual de conectar conmigo mismo me hizo darme cuenta de que había otros rituales y hábitos pequeños y aparentemente insignificantes que hacían lo mismo. Años después de recuperarme de esta caída y estando en la Facultad de Teología de la Universidad de Harvard y muy involucrado en nuestra investigación para el artículo «How We Gather», encontramos muchas prácticas así entre las personas a las que entrevistamos, incluyendo correr y meditar. Pese a ello, hubo dos que destacaron para nosotros como las más accesibles y las que tenían un mayor impacto para la mayoría de la gente a la que entrevistamos: leer textos como si fueran sagrados y descansar durante el sabbat.
Harry Potter como texto sagrado
«El Sr. y la Sra. Dursley, del número cuatro de Privet Drive, se enorgullecieron de decir que eran perfectamente normales, muchas gracias».
Así empieza el primer libro de la serie de Harry Potter, de J. K. Rowling. Es una frase que millones de lectores pueden citar de memoria, ya que prepara la escena como lo hace, con un poco de humor y sugiriendo que algo muy anormal está a punto de suceder.
Leí los libros de Harry Potter con entusiasmo cuando era un adolescente. Tenía trece años y fue el estudiante parisino de intercambio que se alojó en nuestra casa el que me dio a conocer esta serie y me regaló una colección en estuche en francés. Después de intentarlo con algunas páginas, me di cuenta de que me iría mejor leyendo los libros en inglés, y me dirigí a la biblioteca. Leí los tomos y me enamoré.
Puede que hayas vivido una experiencia similar con un libro que adorabas: esa sensación de sumergirte en su mundo, conociendo a los personajes y los paisajes hasta el último detalle, incluso aunque fueran inventados en tu mente. Generalmente sé si ha pasado esto cuando leo en la mesa del comedor, ya que las páginas quedan manchadas con comida o las esquinas...




