E-Book, Spanisch, Band 12, 358 Seiten
Vidal Fernández Descalzos por el parque
1. Auflage 2023
ISBN: 978-84-8468-969-0
Verlag: Universidad Pontificia Comillas
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Familias abandono y exclusión social
E-Book, Spanisch, Band 12, 358 Seiten
Reihe: Biblioteca Comillas Ciencias Sociales
ISBN: 978-84-8468-969-0
Verlag: Universidad Pontificia Comillas
Format: EPUB
Kopierschutz: 6 - ePub Watermark
Fernando Vidal (Vigo, 1967) es doctor en Sociología y es profesor de Psicología y Trabajo Social en la Universidad Pontificia Comillas. Es director la Cátedra Amoris Laetitia e investigador del Instituto Universitario de la Familia -que dirigió durante diez años-. Ha sido profesor en el Boston College de Massachusetts, así como presidente fundador de la Social Sciences IFCU Network. Es patrono de HogarSí -ONG para la erradicación del sinhogarismo que presidió doce años- y ha sido quince años patrono de la Fundación FOESSA. Es patrono de las fundaciones BoscoSocial -dedicada a menores vulnerables-, Pueblos Unidos -dedicada a personas migrantes- y colabora con la Fundación Casa de la Familia. Es miembro del consejo editorial de la revista estadounidense Beyond Borders y consejero de la revista Documentación Social, la revista Servicios Sociales y Política Social, y también de Educadores. Es consejero de la Cátedra Patino para la Cultura del Encuentro y ha sido autor en numerosas ocasiones del Informe España. También ha sido uno de los coordinadores de los Informes FOESSA de 2008, 2014 y 2019. Además de la colaboración con distintas ONG, ha realizado investigaciones con distintas empresas y Administraciones Públicas en España y Europa, para las cuales ha realizado trabajos como la primera Estrategia Integral de Atención a las Personas Sin Hogar que hubo en España, la primera estrategia para personas sin hogar en una autonomía española (Comunidad de Madrid) o la estrategia de infancia de la misma región. Ha escrito 47 libros en diversas editoriales, además de centenares de artículos, y ha sido traducido a numerosos idiomas.
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Capítulo 1. Aproximación a la teoría del abandono social
Capítulo 1
Aproximación a la teoría
del abandono social
Todo proceso de exclusión es en el fondo un fenómeno de abandono. Es una fuente que amplía y profundiza la exclusión. Nuestro mundo padece una gran crisis de abandono social por la gran desvinculación y la quiebra de la confianza en las instituciones –especialmente en las económicas, políticas y mediáticas– y dicha experiencia de abandono puede alimentar una crisis más profunda que afecte al propio sentido vital.
El abandono social desencadena una sucesión de despojamientos, irresponsabilidades y omisiones de deber que se origina en un abandono primario profundamente personal y estructural. El abandono social nos refiere a la ruptura angular que se produce al romper un vínculo que organizaba una estructura social y es sustituida por otra situación. El abandono es un fenómeno muy amplio. Podemos verlo cuando afecta a abandonos primordiales en los que los padres dejan a su suerte a su hijo. Puede que se vayan, lo dejen expuesto a las puertas de los bomberos o que el abandono consista en una desatención crónica. También hay abandono cuando alguien sufre soledad, muchas veces no encerrado en su domicilio, sino sentida mientras trabaja o estudia al lado de otros. Una gran parte de los abandonos que experimenta el ser humano pueden ser denominados exclusión social. O, por decirlo de otro modo, lo más profundo que subyace en los procesos de exclusión social es el fenómeno del abandono social. Toda exclusión social, en sus estructuras más hondas, es un abandono.
En una sociedad que ha experimentado la gran exclusión en las últimas décadas, existe una gran trama de abandonos cuya extensión alcanza ya a la mayoría de la sociedad y ha penetrado hasta la profundidad de los vínculos más esenciales del ser humano y el autoabandono. Entre las experiencias que afectan a la estructura personal o familiar más profunda y los sucesos de la estructura social existe una articulación contigua y causal recurrente. Los empobrecimientos, violencias y abandonos dan forma a la vez a los grupos, instituciones, vinculaciones e interiores individuales.
Una y otra vez las historias de vida muestran los hechos y heridas del abandono en cuanto ampliamos la mirada y observamos sistémicamente los vínculos de las personas y sus familias. La mirada desde el conjunto y profundidad de los vínculos revela la fuerza del abandono para configurar la exclusión social. El abandono social es un fenómeno penetrante y extensivo que causa la exclusión social, y superar dicha exclusión requiere un proceso de recuperación, revinculación y refundamentación del núcleo existencial de los sujetos individuales y colectivos.
1. La gran desvinculación
A comienzos de la década de 1970 las inversiones financieras occidentales habían encontrado límites para seguir aumentando sus márgenes de beneficios, razón por la cual se había sobreinvertido en economías nacionales de alto riesgo, en lo que se conoció como la Edad de Oro del capitalismo. Esa penetración masiva de capitales se hizo en un contexto de Guerra Fría agudizado por la Guerra de Vietnam (1953-1975).
El capitalismo occidental inyectó financiación en todo el hemisferio sur del planeta para impulsar su industrialización, posibilitada por la creciente disposición de petróleo abundante y barato. Esa occidentalización financiera del Sur del mundo en disputa con el comunismo proyectado por China y la URSS, conllevó una radicalización geoestratégica en la que cumplieron un papel detonante Vietnam y Medio Oriente.
La Guerra de Corea (1950-1953) puso de relieve la resistencia occidental a que el maoísmo, que tomó el control de China en 1949, absorbiera el Pacífico asiático, desde Corea a Indonesia, incluyendo las Filipinas. La Guerra de Vietnam entró en una fase agónica en 1969 con el cambio de estrategia ante un conflicto que no era posible ganar siguiendo medios convencionales. La Operación Menú de marzo de 1968 inició un bombardeo masivo y secreto de Camboya y Laos –que pasó a ser el país más bombardeado de la historia con 2,5 millones de proyectiles– para colapsar las vías de suministros a Vietnam del Norte, así como la amenaza nuclear. Eso conduciría a la maoización de la región y el ascenso de los Jemeres Rojos en Camboya y el Pathet Lao en Laos, hasta el establecimiento de sendas dictaduras comunistas en 1975.
El ascenso de la industrialización de los países del sur generó un aumento de la competencia con las economías occidentales, especialmente en industrias pesadas como el acero, lo cual redujo el crecimiento interno de las economías, aunque los capitales internacionales continuaban multiplicando sus plusvalías por el dinero y petróleo baratos. La balanza comercial estadounidense entró en déficit en la primavera de 1971, lo cual llevó al aumento de desempleo e inflación. Con el fin de aumentar las exportaciones estadounidenses y liberar las restricciones de sus capitales, la Administración Nixon rompe unilateralmente los Acuerdos de Breton Wood liberando al dólar de la correspondencia con el patrón oro y convirtiéndolo en una moneda cuyo valor dependía del poder estadounidense. La devaluación del dólar y la elevación de aranceles estadounidenses condujo a extremar la dependencia del capital norteamericano, lo cual condujo al colapso del sistema.
La total dependencia del crudo de Oriente Medio fue el talón de Aquiles que condujo al caos económico. El socialismo panarabista fraguó en Egipto el nasserismo –que impulsó el baazismo iraquí que toma el poder el 1968 y el régimen de Muamar el Gadafi en 1969–, el Movimiento Correctivo yemení –que convirtió Yemen del Sur en una dictadura leninista en 1970– y estableció el socialismo argelino. Argelia nacionalizó sus hidrocarburos en febrero de 1971, impulsando una nueva geopolítica energética con Occidente. La Guerra Fría jugó su siguiente tablero de ajedrez en la Guerra de Yom Kipur de octubre de 1973 usando para su lucha al mundo árabe e Israel. Eso condujo al embargo de crudo y como una cadena de piezas de dominó el sistema económico se desplomó.
El aumento de costes de producción hizo que el capital occidental se retirara de los países del sur y eso produjo a una privación relativa a las expectativas de progreso que se habían formado. Hundió la movilidad ascendente de las nuevas clases medias en los países en desarrollo y condujo a radicalizaciones masivas. Las economías occidentales entraron en recesión, hubo una masiva desindustrialización y niveles de desempleo que empujaron a la caída del sistema político clásico de socialdemócratas y conservadores. Acabó la Edad de Oro del capitalismo, la expansión del Estado socialdemócrata de bienestar y se inició una sacrificada reconversión del tejido productivo occidental. La violencia se multiplicó por el planeta a través del terrorismo comunista[1] y de cadenas de golpes de Estado como el golpe de Estado de Marcos en Filipinas en 1972 o la Operación Cóndor que planeó con la ayuda estadounidense gobiernos dictatoriales en todo el Cono Sur de América.
La década de 1970 supuso un colapso en diferentes órdenes no solamente económico y político, sino urbanístico, cultural y religioso. Las grandes ciudades entraron en una grave crisis de vivienda, reducción de los servicios públicos y aumento de la inseguridad, asoladas por la epidemia de heroína que se desató desde 1970 hasta mediados de la década de 1980.
La nueva fase del capitalismo tuvo tres pilares. Por un lado, una masiva liberalización de los mercados. Eso llevó a la privatización de buena parte del sistema público, desreguló los mercados de capital relanzando la economía especulativa y facilitó la reingeniería que desmembró las corporaciones en redes de proveedores respecto a los cuales no se asumían responsabilidades, a la vez que se asumían menores costes laborales de los trabajadores. En resumen, supuso una gran operación de desvinculación.
Se estableció que la principal misión de las corporaciones empresariales era aumentar los beneficios de sus accionistas –de modo más suave, añadir valor al accionista–, lo cual introdujo una mercantilización de todas las operaciones, esto es, la maximización de los beneficios del capital como criterio conformador de toda la actividad corporativa en todos los órdenes y asuntos. La misión fundamental de una empresa es proporcionar un bien o servicio a la sociedad, y para eso la sociedad le concede personalidad social y jurídica, pero las organizaciones económicas se desvincularon de esa misión y de la sociedad a la que tenían que servir. Las elites de capital que se hacían con los servicios o agencias públicas se desvinculaban de las garantías que antes obligaban a los anteriores titulares. Ese principio de maximización prioritaria de beneficios accionariales en todos los ámbitos privados y de agencias estatales fue de implementación forzada en todos los países a través de las políticas coercitivas aplicadas por los préstamos del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.
El compromiso entre corporaciones económicas y trabajadores se debilitó para obtener mayores explotaciones de su labor y minimizaciones de sus costes. Las reconversiones corporativas por la crisis y la emergencia de nuevas empresas permitieron nuevos marcos laborales en los cuales el principio regulador era la flexibilidad. Dicha flexibilidad superaba el excesivo reglamentismo y rigideces de las grandes corporaciones agigantadas tras la II Guerra Mundial, pero también quebraba el contrato...




