Hoffmann / von Keitz / Liesen | 70 preguntas curiosas sobre el mundo que nos rodea y sus asombrosas respuestas | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, Band 1, 160 Seiten

Reihe: Las Tres Edades / Nos Gusta Saber

Hoffmann / von Keitz / Liesen 70 preguntas curiosas sobre el mundo que nos rodea y sus asombrosas respuestas

E-Book, Spanisch, Band 1, 160 Seiten

Reihe: Las Tres Edades / Nos Gusta Saber

ISBN: 978-84-15937-23-4
Verlag: Siruela
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



¿Por qué somos más altos por la mañana que por la noche?¿Con qué sueñan los ciegos? ¿cómo se mide la altura de las montañas? ¿Cómo se forma un nudo en la garganta? ¿Cómo sería la Tierra sin la Luna? ¿Por qué a veces se nos pega una canción?¿por qué las olas siempre llegan a la playa en línea recta? ¿Beben agua los peces?
Este sorprendente y divertido libro reúne las respuestas a 70 curiosas preguntas sobre nuestro cuerpo, el mundo animal, las plantas, la ciencia, la tecnología y otras inquietudes o dudas que todos hemos tenido alguna vez.
Hoffmann / von Keitz / Liesen 70 preguntas curiosas sobre el mundo que nos rodea y sus asombrosas respuestas jetzt bestellen!

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El mundo y el universo   ¿Qué les pasaría a los astronautas si no llevaran traje espacial? Es una de las escenas clave de la legendaria película 2001: una odisea del espacio, un clásico de la ciencia-ficción, el astronauta David Bowman sale de la nave espacial con una cápsula de salvamento, y HAL, el ordenador de a bordo, que se ha rebelado, le impide el regreso. En una temeraria acción, Bowman se catapulta desde la cápsula para entrar en la nave nodriza a través de una esclusa, trepa hasta una manivela, cierra con ella la esclusa desde dentro e instantes después está sano y salvo en la nave espacial a la presión normal. Sin embargo, pasa varios segundos totalmente desprotegido en las extremas condiciones de presión y temperatura del espacio. ¿Un escenario de pura fantasía o ciencia-ficción con base científica? En otras películas se muestra el otro extremo: en cuanto el astronauta se expone sin protección al espacio abierto, se desintegra en mil pedazos. En 1965, en el transcurso de un experimento de la NASA, falló la presurización del traje espacial de un astronauta y este soportó una presión cercana al vacío. A los catorce segundos perdió el conocimiento. Lo último que recordaba después era que encima de la lengua le había empezado a hervir la saliva. Así pues, en teoría, la hazaña del astronauta de la película 2001 entraría perfectamente en el ámbito de lo posible. Aunque no le desearíamos a nadie esos paseos espaciales sin protección, por lo menos no nos amenaza la muerte por explosión inmediata. Un ser humano puede mantenerse a baja presión medio minuto aproximadamente sin sufrir daños irreversibles; después es preciso reintegrarlo cuanto antes a la presión normal. En una estancia en el cosmos sin traje espacial, la presión extremadamente baja, próxima al cero absoluto, haría que el aire se escapara de los pulmones e incapacitaría para actuar al piloto de la nave. A continuación, la baja presión evaporaría el agua de las células del cuerpo y haría estallar las paredes de estas. Saldría agua por la piel y enfriaría muchísimo el cuerpo. El astronauta, como si dijéramos, se quedaría seco y congelado. Aunque la baja presión es el peligro mayor y más letal de los que amenazan a un astronauta sin protección en el espacio, no es ni mucho menos el único: la temperatura, de unos 270 grados bajo cero, está cerca del cero absoluto, y el sol puede hacerla subir fácilmente por encima de los 100. Además, el organismo está expuesto a peligrosas radiaciones altamente energéticas. El traje espacial ofrece soluciones a la mayoría de estos problemas; desde el primer paseo espacial del cosmonauta Alexei Leónov el 18 de marzo de 1965, se han utilizado diseños cada vez mejores. El modelo que llevó entonces Leónov todavía puso en peligro su vida, pues debido a la baja presión del espacio se hinchó de tal modo que al regreso no cabía por la escotilla de la cápsula espacial y Leónov tuvo que reducir la presión interior del traje mediante una arriesgada maniobra. Un traje espacial moderno proporciona a los astronautas un medio a una presión y una temperatura soportables. Les suministra oxígeno, elimina el dióxido de carbono producido por la respiración y los protege de las radiaciones cósmicas. Actualmente, el mayor peligro en un paseo espacial es el que representan las diminutas partículas o la basura espacial, que pueden perforar el traje por la enorme velocidad que llevan. Como hoy en día es frecuente que las salidas al cosmos duren más de siete horas, los trajes espaciales modernos van equipados con un pañal especial para la total seguridad en un entorno poco hospitalario. ¿Cómo sería la Tierra sin la Luna? ¿La Tierra sin la Luna? La respuesta está clara: ¡sería distinta! Más aburrida quizá, pues no existirían un montón de cosas muy bonitas y divertidas: nada de románticos paseos a la luz de la Luna, ninguna teoría conspirativa sobre si los estadounidenses han estado allí o no, ninguna película de Hollywood sobre el Apolo 13 y ni la mitad de canciones de cuna. Por la noche, desde luego, estaría más oscuro e incluso haría un poquito más de frío, ya que la Luna refleja no solo la luz sino también –cierto que en una medida minúscula– el calor del Sol. Los lobos no tendrían motivos para aullar y los monos no se pondrían, alborotados, a hacer ejercicios gimnásticos de árbol en árbol durante la luna llena. No tendríamos especuladores intentando vender parcelas en el satélite terrestre y, naturalmente, tampoco habría eclipses de luna ni de sol. Sin embargo, una de las diferencias verdaderamente importantes afectaría al mar. Y es que la Luna, con su fuerza de atracción, tira de la Tierra, por decirlo de forma simplificada, y sobre todo del agua que se encuentra en su superficie. Así se producen las mareas. Sin la Luna no habría pleamar y bajamar tal como las conocemos. No se podría andar por las marismas ni se producirían mareas vivas; todos los mares serían tan poco espectaculares como el Mediterráneo. Es muy probable que las corrientes marinas también fueran distintas, pues las mareas desempeñan asimismo un papel en su curso. Además, el flujo y el reflujo frenan la rotación de la Tierra sobre su propio eje. Sin la Luna, la Tierra giraría más deprisa y por tanto nuestro día sería más corto. No se puede decir exactamente cuánto duraría: acaso seis horas, acaso diez. Depende de qué otros acontecimientos cósmicos influyeran en la Tierra sin la Luna. En cualquier caso, la vida en semejante planeta sería bastante agobiada. Imagínate: no has hecho más que vestirte y desayunar para salir pitando hacia el trabajo en bicicleta en cuanto amanece, y ya tienes que dar la vuelta porque empieza a anochecer. Hay también teorías según las cuales estas elucubraciones no tienen ningún sentido porque en una Tierra sin Luna el hombre ni siquiera habría aparecido. La argumentación es la siguiente: por obra de la pleamar y la bajamar, el intercambio de sustancias alimenticias entre la tierra y el mar se incrementa considerablemente. Sin Luna, es decir, sin mareas, habrían llegado al mar menos sustancias alimenticias. Por eso, de acuerdo con esta hipótesis, la vida en el agua –y con ello en toda la Tierra– no habría podido desarrollarse tan deprisa como lo ha hecho con ayuda de la Luna. Aunque estas teorías no han sido probadas, es verosímil que, en una Tierra sin Luna, los seres vivos fueran distintos de como los conocemos hoy. Otro efecto de la Luna es su acción sobre el eje de la Tierra. En mayor medida aún que el Sol, la Luna ejerce una atracción sobre el eje de nuestro planeta y lo hace moverse un poco. Por ello, dentro de unos miles de años, la estrella polar será otra estrella, no la de ahora. Y estará en un cielo en el cual, esperamos, podremos admirar una hermosa y clara Luna, una Luna que fascina de igual manera a los enamorados, a los poetas, a los astronautas y a los lobos. ¿Dónde está el viento cuando no sopla? En otoño sopla más fuerte que en primavera, en verano es más cálido que en invierno: es el viento. No lo vemos, pero nos damos cuenta de que mueve las hojas y las ramas o levanta torbellinos de polvo, y lo notamos en la piel. Transporta calor, humedad y energía. Sin el Sol no existiría el viento, y sin el viento no habría fenómenos atmosféricos. En lo esencial, el viento es una forma de energía solar. La luz solar incide sobre la Tierra de maneras muy distintas: verticalmente en el ecuador, y solo como un reflejo en los polos. En el ecuador, la tierra y las masas de aire se calientan, el aire caliente se expande, se hace más ligero y asciende. Deja tras de sí una zona de baja presión. Por otro lado, en su camino al polo las masas de aire se enfrían, se hacen más pesadas y descienden de nuevo hacia la tierra. Allí se forman zonas de altas presiones. Y en todos los puntos de nuestra atmósfera donde hay diferencias de presión, la naturaleza trata de igualarlas. La consecuencia es el viento, es decir, aire en movimiento que corre de las zonas de altas presiones a las de bajas presiones. A escala planetaria se establece la circulación atmosférica: en las capas altas de la atmósfera, el aire caliente afluye a las regiones polares. Y a ras de tierra el aire frío se dirige a los trópicos. Sin viento, en el ecuador haría todavía mucho más calor y en los polos, mucho más frío. La rotación terrestre desvía lateralmente las corrientes atmosféricas, y hace asimismo que las zonas de altas y bajas presiones giren. Por tanto, influye en la dirección del viento. En el hemisferio norte, las masas de aire se mueven alrededor del centro en el sentido de las manecillas del reloj en los anticiclones o zonas de altas presiones, y al revés en las borrascas o zonas de bajas presiones. De qué dirección viene el viento y con qué fuerza sopla es el resultado de una compleja interacción de los fenómenos atmosféricos y la superficie terrestre. Mares, montañas, valles, bosques y edificios... todo tiene su influencia. La velocidad del viento es menor cuando se está a altitud cero y mayor conforme se asciende; la corriente deviene también más constante con la altura. Sin embargo, el aire casi nunca se mueve con total regularidad: dependiendo de las irregularidades del suelo y de las variaciones de temperatura según la altura, se forman ráfagas más o menos fuertes. Las horas del día ejercen asimismo una clara influencia sobre el viento. Por la noche y al amanecer, en tierra, el viento está a menudo en calma; se debe a que no hay sol, que es lo...


Gent, Martin
Martin Gent (Dortmund, Alemania, 1966) estudió Biología y trabajó para la televisión de la NDR y para el Frankfurter Allgemeine Zeitung, entre otros. Es redactor y director adjunto del grupo editorial de Ciencia, Medio Ambiente y Técnica de la Westdeutsche Rundfunk.

Martin Gent (Dortmund, Alemania, 1966) estudió Biología y trabajó para la televisión de la NDR y para el Frankfurter Allgemeine Zeitung, entre otros. Es redactor y director adjunto del grupo editorial de Ciencia, Medio Ambiente y Técnica de la Westdeutsche Rundfunk.


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