Musto | Karl Marx 1881-1883 | E-Book | sack.de
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E-Book, Spanisch, 184 Seiten

Musto Karl Marx 1881-1883

El último viaje del moro

E-Book, Spanisch, 184 Seiten

ISBN: 978-607-03-1063-8
Verlag: Siglo XXI Editores México
Format: EPUB
Kopierschutz: Adobe DRM (»Systemvoraussetzungen)



En los últimos años de su vida, Karl Marx extendió su investigación a nuevas disciplinas, conflictos políticos, cuestiones teóricas y áreas geográficas. Marx estudió los recientes descubrimientos antropológicos, analizó las formas comunales de propiedad en las sociedades precapitalistas, apoyó la lucha del movimiento de los naródniki en Rusia, expresó críticas a la opresión colonial en India, Irlanda, Argelia y Egipto, y viajó más allá de Europa por primera y única vez. Karl Marx, 1881-1883. El último viaje del Moro disipa el mito de que Marx dejó de escribir en la vejez y desafía la distorsionada representación de Marx como un pensador eurocéntrico y economicista que estaba obsesionado sólo con el conflicto de clases.
Marcello Musto reivindica la importancia renovada de la obra de Marx, destacando escritos inéditos o desatendidos anteriormente, muchos de los cuales siguen sin estar disponibles en español. Se invita a los lectores a reconsiderar la crítica de Marx al colonialismo europeo, sus ideas sobre las sociedades no occidentales y sus teorías sobre la posibilidad de la revolución en los países no capitalistas. De los últimos manuscritos, cuadernos y cartas de Marx surge un autor notablemente diferente del que ha sido representado por muchos de sus críticos contemporáneos y seguidores. En tanto que en la actualidad Marx experimenta un redescubrimiento significativo, este libro llena un vacío en la biografía aceptada popularmente y sugiere una innovadora reevaluación de algunos de sus conceptos clave.
 " Marcello Musto, probablemente el mayor conocedor de la vida de Marx, nos ofrece una revelación tras otra. Mientras que muchos habían entendido el periodo posterior a la Comuna de París como un tiempo de divulgación de su ya establecida doctrina política, Musto en cambio demuestra de manera brillante que Marx pasó estos años abriendo nuevos e importantes horizontes teóricos ".  Etienne Balibar

" La obra de Marcello Musto es esencial para el análisis de la vida y el pensamiento de Marx. En este libro, Musto se centra en las investigaciones de Marx durante sus últimos años. Los manuscritos antropológicos, los estudios sobre la transformación de la propiedad y las críticas contra el colonialismo escritos en este periodo son sorprendentes. Musto nos lleva de la mano y nos invita a descubrir un nuevo Marx ".  Antonio Negri
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I. EL FARDO DE LA EXISTENCIA
Y LOS NUEVOS HORIZONTES DE INVESTIGACIÓN 1. LA HABITACIÓN DE MAITLAND ROAD PARK En una noche de enero de 1881, en la habitación de una casa en la periferia de Londres, un hombre con una barba casi totalmente blanca estaba inmerso en el estudio de una pila de libros amontonados sobre la mesa. Con la más intensa concentración, hojeaba sus páginas, anotando, con cuidado, los pasajes más significativos. Con una perseverancia digna de Job, llevaba a cabo la tarea que había asignado a su existencia: proporcionar al movimiento obrero las bases teóricas para destruir el modo de producción capitalista. Su semblante estaba marcado por años de duro trabajo diario, que habían transcurrido siempre entre leer y escribir. Sobre su espalda, y en otras partes de su cuerpo, permanecían las cicatrices de los horribles forúnculos que habían aparecido en el curso de los años, mientras trabajaba en la redacción de El capital. Con cáustica ironía, de éstos había escrito, al final de una de sus manifestaciones más agudas, que había completado uno de sus trabajos más importantes: “espero que la burguesía recuerde mi ántrax por el resto de su vida”.1 Llevaba en su ánimo la carga de otras heridas, impresas por una vida transcurrida entre penas y privaciones económicas, y mitigada de tanto en tanto por las satisfacciones de algún buen golpe asestado a los reaccionarios de las clases dominantes y a los rivales de su mismo campo político. En invierno estaba enfermo y, con frecuencia, cansado y débil. La vejez comenzaba a limitar su vigor habitual y la ansiedad por el estado de salud de su mujer lo afligía cada vez más. Y sin embargo era todavía él: Karl Marx. Con inalterada pasión, proseguía con su compromiso por la causa de la emancipación de las clases trabajadoras. Su método era el mismo de siempre, aquel adoptado desde los tiempos de los primeros estudios en la universidad: increíblemente riguroso e intransigentemente crítico. El escritorio donde solía trabajar, sentado sobre una silla de madera con apoyabrazos, y sobre el cual había sudado tinta por años, durante todo el día y gran parte de la noche, era pequeño y modesto; medía aproximadamente un metro de largo por setenta centímetros de ancho.2 Apenas contenía espacio para una lámpara de pantalla verde, las hojas sobre las que solía escribir y un par de libros de los cuales extraía las citas que más le interesaban. Nada más le era necesario. Su estudio se situaba en el primer piso, con una ventana que daba al jardín. De la habitación, después de que los doctores le prohibieron fumar, se había ido el olor a tabaco, pero las pipas de arcilla, de las cuales, inmerso en sus lecturas, había aspirado tantos años, estaban todavía ahí para recordarle las noches de insomnio dedicadas a demoler a los clásicos de la economía política. Una impenetrable muralla de estanterías escondía las paredes. Su biblioteca no era tan imponente como la de los intelectuales burgueses de su misma altura, ciertamente más ricos que él. En los años de pobreza, Marx había utilizado mayormente los volúmenes de la sala de lectura del Museo Británico, pero había coleccionado de todos modos unos dos mil tomos.3 La sección mejor provista era la de economía, pero también eran muchos los clásicos de teoría política. Eran numerosos también los estudios de historia, en particular de la francesa, y las obras de filosofía, sobre todo de la tradición alemana. Era nutrido, además, el grupo de textos de ciencia. La variedad de disciplinas correspondía a la diversidad de idiomas en los que los libros habían sido escritos. Los volúmenes en alemán eran igual a un tercio del total; en inglés había cerca de un cuarto y los franceses un poco inferiores a estos últimos. No faltaban tomos en otras lenguas romances como el italiano, pero, a partir de 1869, cuando comenzó a aprender ruso para poder estudiar directamente los libros que describían las transformaciones en curso en aquel país, aquellos en cirílico se convirtieron en pocos años en una cantidad considerable. En las estanterías de Marx no estaban presentes, sin embargo, sólo textos académicos. Un corresponsal anónimo del Chicago Tribune, que en diciembre de 1878 visitó su estudio, describió así el contenido en una entrevista: Generalmente se puede juzgar a alguien por los libros que lee. El lector puede sacar sus propias conclusiones, si le digo lo que vi con una rápida mirada: Shakespeare, Dickens, Thackeray, Molière, Racine, Montaigne, Bacon, Goethe, Voltaire, Paine; los blue books4 ingleses, americanos y franceses; obras políticas y filosóficas en lengua rusa, española, italiana, y muchas otras.5 Los intereses literarios y la vastedad del conocimiento de Marx también fueron descritos, en modo similar, por el socialista francés, y su yerno, Paul Lafargue. Al recordar su sala de trabajo —de la cual dijo “esta habitación es histórica y es necesario conocerla si se quiere penetrar en la vida íntima espiritual de Marx”— subrayó que: [Marx] Conocía de memoria a Heine y Goethe, a los que citaba a menudo en sus conversaciones. Leía continuamente poetas escogidos de entre todas las literaturas europeas. Cada año leía a Esquilo en su texto original griego. A éste y a Shakespeare los veneraba como a los dos máximos genios dramáticos producidos por la humanidad. […] Dante y Burns también formaban parte de sus autores predilectos. [...]. Era un gran consumidor de novelas. Marx prefería ante todo las del siglo XVIII en especial Tom Jones de Fielding. Entre los escritos modernos, los que más placer le producían eran Paul de Kock, Charles Lever, Alexandre Dumas padre y Walter Scott. El Old Mortality de este último lo calificaba de obra maestra. Mostraba una marcada preferencia por las narraciones humorísticas y de aventuras. A Cervantes y Balzac los colocaba a la cabeza de todos los novelistas. Don Quijote era para él la epopeya de la caballería en trance de desaparición, cuyas virtudes se convertían en actos ridículos y locuras en el recién iniciado mundo de la burguesía. Su admiración por Balzac era tan enorme que quiso escribir una crítica sobre su gran obra La comédie humaine […] Marx leía todas las lenguas europeas […] Le gustaba repetir el lema: “Una lengua extranjera es un arma en la lucha por la vida”. […] Cuando se decidió a aprender también el ruso [...] al cabo de seis meses ya lo dominaba hasta el extremo de poder recrearse en la lectura de los poetas y novelistas rusos que más apreciaba: Puskin, Gógol y Scedrín.6 Paul Lafargue destaca, además, la relación que Marx tenía con sus libros. Para él no eran objetos de lujo, sino herramientas intelectuales: “Son mis esclavos y deben servirme según mi voluntad”. Maltrataba sus libros […] Doblaba las esquinas, cubría los márgenes de trazos de lápiz y subrayaba las líneas. No hacía anotaciones en sus libros, pero en ocasiones no podía evitar un interrogante o una exclamación cuando algún autor se pasaba de la raya. El sistema de subrayados que utilizaba le permitía encontrar con la máxima rapidez los pasajes buscados en cualquier libro.7 Por otro lado, Marx se dedicaba a ellos, hasta el punto de definirse como “una máquina condenada a devorar libros para vomitarlos, de distinta manera, en el basurero de la historia”.8 Su biblioteca contenía, también, sus obras, en el fondo no muchísimas, si se compara el número de las que había proyectado y dejado incompletas en el curso de su intensa actividad intelectual. Había una copia de La sagrada familia, la crítica de la izquierda hegeliana publicada junto con Friedrich Engels (1820-1895) en 1845, cuando todavía tenía veintisiete años; la Miseria de la filosofía, escrita, dos años después, en francés, para que el destinatario de su polémica, Pierre-Joseph Proudhon (1806-1865), pudiese entenderla. No faltaban, obviamente, algunas ediciones del Manifiesto del Partido comunista, texto redactado siempre junto a Engels y salido, tempestivamente, pocas semanas antes de la explosión de las revoluciones de 1848, si bien su significativa difusión sólo tuvo inicio a partir de los años setenta. Para recordar sus estudios sobre la historia de Francia estaba El 18 brumario de Luis Bonaparte; mientras que al lado de algunos opúsculos de política, como aquel contra el primer ministro británico Lord Palmerston, yacían escritos de un tiempo lejano, como las Revelaciones sobre el proceso contra los comunistas en Colonia, de 1853, y las Revelaciones de la historia diplomática del siglo XVIII de 1856-1857, y otros que no habían alcanzado éxito: Contribución a la crítica de la economía política, de 1859, y El señor Vogt, de 1860. Entre las publicaciones de las cuales estaba más orgulloso se encontraba, en fin, su obra maestra, El capital, que en ese tiempo ya había sido traducida al ruso y al francés, y las más importantes orientaciones y resoluciones de la Asociación Internacional de los Trabajadores, de la cual había sido el principal organizador entre 1864 y 1872. Guardadas en cualquier parte, había algunas copias de revistas y periódicos que había dirigido de joven: entre éstos el volumen de los “Anuarios Franco Alemanes”, de 1844; el último número del periódico La Nueva Gaceta Renana, publicado en color rojo antes de la victoria del frente contrarrevolucionario, en 1849; y los fascículos de la Nueva Gaceta Renana. Revista de Economía Política, del año...


Marcello Musto enseña Teoría Sociológica en la Universidad de York (Toronto, Canadá). Sus numerosos libros y artículos han sido publicados en todo el mundo en dieciocho idiomas. Entre sus libros de compilaciones y coautoría se encuentran: Karl Marx's 'Grundrisse': Foundations of the Critique of Political Economy 150 Years Later (Routledge, 2008); Tras las huellas de un fantasma: La actualidad de Karl Marx (Siglo XXI, 2011); Workers Unite! The International 150 Years Later (Bloomsbury, 2014); The International after 150 Years: Labor vs. Capital, Then and Now (Routledge, 2015); Another Marx: Essay in Intellectual Biography (Bloomsbury, 2016). Su primera monografía, Ripensare Marx e i marxismi (Carocci, 2011) está siendo traducida al español. Trabaja como periodista independiente, y sus principales áreas de investigación, además de Marx y los marxismos, incluyen al movimiento obrero, el pensamiento socialista y la política internacional.


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